domingo, 20 de agosto de 2017

Disculpa inversa

Probablemente creas que lo que estás a punto de leer sea para ti. La verdad es que estás en lo cierto y a la vez equivocado/a. A ti, hombre o mujer, añeja amistad al otro lado quizá, te diré que depende de ti ser el destinatario.


A menudo pienso en cosas que podría haber dicho tiempo ha. Palabras que no nacieron por culpa de una juventud que cada vez se torna más lejana. Respuestas perfectas a dolor caducado, pero llegadas a destiempo. Justicia en otro tiempo ausente e incluso errores que no vi y que probablemente tuviste razón en hacerme ver.

Ignorancia adolescente, quizá por parte de ambos, en donde cada uno se consideraba la mejor persona del mundo. El/la que todo lo hacía bien. El/la que tenía el mundo en su contra y a quien nada le fue justo por parte del otro. Persona condenada al olvido, veterana de guerra a la que el bando del orgullo, la inexperiencia o la falta de objetividad fue vencedora de batalla contra las antiguas risas, lágrimas felices y amistades, a pesar de todo, sinceras.

Quiero decirte que aún hoy te recuerdo. Recuerdo  cuánto daño me hiciste, pero aún más importante: Recuerdo lo que fuiste para mí.
No, no he olvidado, aunque sí perdonado. Me he perdonado a mí y te he perdonado a ti. No me importa que lo niegues. No me importa que me creas. Yo sé que soy sincero al decir que ahora lo veo: Yo también me equivoqué.

Yo también erré en muchas cosas y me di cuenta mucho después. Ya fuese gracias al tiempo, o sobre todo a las personas que me hicieron crecer más tarde, yo tampoco fui el más bueno del mundo. Ni lo hice todo bien, ni lo logro aún del todo. Continúo cometiendo errores que ahora mismo no percibo y más tarde veré. No estoy libre de pecado con estas palabras. Pero sí que es cierto que lo intento. Mucho más que antes. Creo que poco a poco lo voy logrando.

Voy convirtiéndome en todo cuanto debo ser. Sin rencores, sin prepotencia, sin altares ni antiguos temores. Sin nada de lo que ambos tuvimos o cometimos.

He estado pensando largo tiempo en ello. He pensado muchas veces en ti aunque no lo creas. Puede que pensaras que dejé de hacerlo, pero hay algo que jamás olvido: Mi propia historia.

Puede que algún día me fallases. Mil veces. ¿Yo a ti? Muy probablemente también. Ambos fuimos injustos con el otro de algún modo y no dudo que algunas heridas mutuas aún siguen (y seguirán) ahí. Pero nos guste o no nunca dejaremos de ser parte de quienes alguna vez decoraron nuestras ilusiones.

Perdonar sin olvidar. ¿No es eso lo que dice el tiempo?

Muchas heridas de bala tatuadas en el alma que siguen sangrando, a su manera, con hemorragias de miedos o falta de autoestima. Algunas cosas aún duelen. Y es que hay cicatrices que dejan una marca eterna aún cuando desaparecen.

¿Y que aún así después de que aquello se diluyese bajo un mar de reproches mutuos en los que ambos creímos portar la razón absoluta, o dejarlo morir simplemente con algo tan sencillo como el no hacer nada por evitarlo? ¿Y que aún así después de todo siga recordando por encima de cualquier cosa la felicidad que un día me diste? Creo que eso dice mucho de lo que a fin de cuentas lograste conseguir en mí.

A ti, hombre o mujer, no me importa qué fantasma del pasado seas. A ti, añeja historia al otro lado quizás, posible destinatario que debiera darse por aludido/a, escucha con atención:

Lo siento.

Siento lo que hice, no hice o dejé de hacer. Siento lo que no vi. Siento lo que no dije. Siento no haberlo sentido.
Ni tú me fallaste porque yo te fallé, ni yo te fallé en respuesta a tu fallo. No. Nos fallamos. Los dos. Punto. Por igual.

¿Cuántas veces debí escucharte sin estar pensando en una justificación para cuando acabaras la frase y librarme de la culpa?
¿Cuántas noches en silencio me hiciste sufrir sin que nunca llegarás a saberlo?
¿Cuántos momentos dejamos morir en un futuro ahora convertido en pasado por culpa de nuestra estupidez?
¿Cuántas veces me ignorabas ajeno/a a lo que lloraba en soledad castigándome con tu indiferencia?
¿Cuánto mejor pude haberlo hecho?
¿Cuánto daño hizo tu maldita indecisión?
No temo reconocerlo. Ni decirlo en voz alta. Lo siento. Una y otra vez. Siento no haber sido mejor. Siento no haber sido suficiente.

Y es que no me arrepiento ni temo que estas palabras no hagan sino aumentar tu ego o creencia de que siempre tuviste razón. No temo que creas que digo todo esto para que puedas alardear de cuánto estuve equivocado y lo correcto que lo hiciste tú todo. No temo tal pensamiento, porque si así ocurriese, sería el hecho demostrable de que entonces estas palabras nunca fueron para ti, pues al principio dije que de ti mismo/a dependía ser destinatario de ellas, algo que solo podrías lograr si llegases hasta aquí sin que tal pensamiento haya desfilado por tu mente.

Una disculpa inmune al orgullo ajeno. Esa es la filosofía que impregna estas palabras.

A ti te lo digo. O quizás no. Ante ti me disculpo. O tal vez no. Solo te hablo a ti si piensas que también te equivocaste. Si sabes que me debiste una disculpa que tus miedos, tu inexperiencia o tu orgullo no te dejaron decir. Solo te hablo a ti si sabes que me hiciste daño.
Incluso si lo sabes, y aún así nunca te permitirás a ti mismo/a reconocérmelo en voz alta. Estas palabras solo son para ti si pudieras leerlas como si fueses tú quien las escribió hacia mí.

Si te arrepientes de verdad en silencio: Lo siento.

Por otra parte si has llegado hasta aquí y aún así crees que todo fue mi culpa. Si sigues pensando que actuaste de manera ejemplar y toda desgracia sobre nosotros recae sobre mis hombros. Si piensas que siempre llevaste razón y que todo esto no ha logrado más que hacerte sentir una secreta sonrisa de arrogancia:

Siento decirte que tú mismo/a te has respondido:
Esta disculpa jamás será para ti.

Llegados a este punto puedo imaginar personas, nombres que han bailado por mi mente mientras escribía. Me atrevería incluso a apostar quienes merecen estas palabras y quienes ya han caído en el error de su propio egocentrismo.

Recordad, que para bien o para mal, un día os conocí lo suficiente.

Por mi parte espero que algunos no hayáis cambiado lo que os definía, del mismo modo que espero que otros estéis en proceso de cambiar como yo lo intento.

Sé lo que se siente en el primer caso; cuando te das cuenta de tus errores. Por eso, solo a vosotros, os digo lo siento: Pues nadie tan valiente de reconocer algo así debería ser privado de un perdón.

Del mismo modo, contra aquellos incapaces de reconocer su propia humanidad no hay nada que hacer, pues no hay más ciego que el que no quiere ver.

Y me alegro, la verdad, de que tanto los que merecéis estas palabras como los que ahora se sienten embriagados de superioridad hayáis leído esto, pues solo vosotros sabréis la respuesta que vuestro interior grita y muchos jamás reconoceréis.


A los aludidos/as y en silencio equivocados: Espero que aceptéis mis disculpas.


A los orgullosos/as evasores de humildad: Otra vez será.

                                   -Vii Broken Crown -

''Que la amargura eche a volar, te espera otra flor, sígueme''. -Mägo de Oz, El peso del alma-

No hay comentarios:

Publicar un comentario