sábado, 19 de diciembre de 2015

¿Miedo?, no. Tristeza...

En el salón de mi piso, tranquilamente ordenando mis últimos trabajos y apuntes de clase antes de irme de vacaciones y con la televisión conectada, escribo en directo, aquí y ahora, un pensamiento que me niego a callar.

Me encuentro viendo el canal de LaSexta. A la espera de ver la primera película de El Hobbit programada a esta misma hora, veo que se ha cancelado su emisión por una noticia que por desgracia cada vez es más frecuente; un nuevo atentado.

Un atropello masivo de un mercadillo navideño en Berlín, para ser más exacto. 9 muertos y más de 50 heridos. La vil diversión de un par de desalmados ha sido esta vez arrollar a decenas de personas que preparaban sus compras para las inminentes fiestas. Un lugar de gran atractivo turístico del que no era difícil prever que estaría lleno de gente a la que destrozar la vida para la mente de un enfermo fanático ajeno a todo sentimiento humano.

Un hecho atroz que lejos de provocarme miedo, me produce tristeza. Mucha tristeza de saber que cada vez este mundo se muere con actos infames como este. Siento pena por esas familias que este año no tendrán su navidad en compañía de quienes en ese momento compraban sus regalos. Pena por haberse convertido para ellos estas fiestas de alegría en una fecha negra marcada para siempre en sus vidas. 

Me da mucha pena como últimamente este mundo está cada vez más loco. Sobre todo este año lleno de locuras como la de esta noche y plagado de incompetentes políticos que deciden por el futuro de todos sin ser capaces siquiera de pensar ni valerse por sí mismos.

Pero me da más pena todavía saber que todo esto irá a peor. ¿Cómo alguien puede hacer algo así y dormir por las noches?¿Cómo una persona puede destrozar la vida de otras por unos ideales? Sinceramente, me alegro de no tener respuesta para esas preguntas.

Y lo cierto es que en momentos así, solo me viene a la cabeza un pensamiento tan breve como firme: 
Valora lo que tienes.

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