Silencio. No digas nada. No pienses, ni siquiera
para intentar dejar vanamente la mente en blanco. Siente la voz que recorre los
pasillos de tu mente al leer estas líneas, pregunta el por qué de su melancólico
tono de voz, y dime: ¿Alguna vez has escuchado el aliento del recuerdo?
No te preocupes si no entiendes la pregunta, estoy
seguro de que en el fondo sabes a lo que me refiero. Es algo así como
encontrarte por la calle con alguien que te cae mal: No quieres cruzarte con
él, pero sabes que ocurrirá en más de una ocasión.
Hablo de ese pensamiento involuntario que te hace
transportarte a momentos concretos del pasado. Un susurro inoportuno cuya
única función es recordarte cuánto han cambiado las cosas. Por mi parte, la
primera vez que lo escuché fue mirando las manecillas de un reloj sobre mi
mesa, en plena madrugada desvelado por el sudor. Nos miramos a los ojos, me
amenazó con su tic-tac, y me dijo:
``El tiempo es un enemigo disfrazado de lealtad´´.
Llevo años archivando años de mi vida a base de capítulos
que yo mismo establezco. Me gusta organizar a mi manera todo lo que va formando
parte de mí con el paso de los años. Hay épocas que me gusta recordar, y otras
en cambio que desearía poder olvidar. Pero tanto luz como oscuridad forman
parte de nosotros, y no puede existir cobijo a la sombra sin un sol que amenace
con abrasarlo todo.
Una noche decidí echar la vista atrás y me puse a
ver fotos antiguas que tenía guardadas mucho tiempo ya. En ellas había un poco
de todo pero mucho de mí. Retales de una vida que poco a poco, me han
convertido en lo que soy. Pasé horas muertas quitándole el polvo a huellas de
amistades añejas, inmerso en un mundo que a día de hoy poco conserva de
entonces. Pero si hay algo de lo que me he dado cuenta, es de que el pasado
siempre está turbio. Siempre, por muy feliz que sea ese recuerdo, existe un
fantasma pululando que nos susurra lo fácil que pueden cambiar las cosas.
¿Cuántas veces habré contemplado aquellas
fotografías en las que amigos, por entonces indispensables, se convirtieron en
todo lo contrario? Engañosas imágenes del pasado que nos desvelan a destiempo
lo equivocados que estábamos con ellos. Sonrisas destinadas a evaporarse que
dejaron únicamente un poco de sal con la que torturar nuestras heridas. Nostalgia
envejecida, rostros huidizos que ya solo nos sonríen a través de una foto. Pero
no seamos hipócritas, pues a pesar de lo ocurrido, a pesar de las amistades
muertas, del cariño olvidado y las promesas oxidadas, mientras duraron, lo
cierto es…
Que fuimos felices.
Las risas, los planes, las noches de verano, todo
eso nunca cambiará por mucho que recordemos a las personas ancladas a todo
ello. Puedes recordarlos con tristeza, con lástima, con ira, con decepción, o
incluso con simple asco, pero nunca podrás arrebatarles los buenos momentos que
tatuaron en tu vida mientras merecía la pena estar a su lado.
Ese amigo que juró amistad eterna y desapareció de
la noche a la mañana, o aquel otro que planeaba su puñalada mientras te sonreía
a la cara.
Acordes de silencio en el eco de los sueños.
Fragmentos de
personalidades cambiantes.
Huecos vacíos que quedaron en tu alma tras tantas
partidas que no esperabas presenciar jamás.
Recuerdo a quienes se hicieron
pasar por buenas personas, engañando fácilmente a un idiota como yo que cree
que la bondad no se puede aparentar, o incluso aquella foto que hoy no es más
que un recordatorio de que alguien puede acabar siendo totalmente lo contrario
a lo que admirabas de él.
He tenido la suerte o desventura de vivir una y otra
vez distintos casos en los que se repite la misma historia, condenado a ser incapaz de cambiar con la facilidad que otros mostraron en su momento. Se aprende a base
de decepciones, ya lo sé, pero me permitiré ser dueño de una frase que cada
cual tome en consideración:
Ser uno mismo no es más que el resultado de lo que
otros han hecho contigo.
Somos un fruto de lágrimas felices y amargas que se
mezclan para darnos un nombre. Miles son las diferentes reacciones que alguien
puede tener tras un golpe contra la realidad. Traiciones, abandonos y
decepciones van moldeando una personalidad que intenta equilibrarse con lo
bueno que queda de ella si es lo bastante fuerte para soportarlo todo.
He podido observar que existen cuatro formas
distintas de afrontar el efecto que personas importantes infligen en ti cuando
estas se marchan de tu vida. El resquicio de dolor que provoca la causa y
efecto de lo que a partir de entonces ocurrirá contigo puede hacer que tomes
uno de estos caminos:
1. Algunos se encierran en sí mismos, enterrándose
en el cementerio de sus miedos para así no tener que mirar a la cara a una
nueva oportunidad. Olvidan el mundo, no quieren saber nada de él. Se amparan en
que ya han tenido suficiente y deciden tirar la toalla para sentirse un poco
más seguros, aunque eso implique olvidar que estás aquí para vivir.
2. Otros se limitan a aparentar que todo les da
igual, que nada les afecta. Una forma de piedra que decoran con indiferencia,
firmeza y seriedad. Un intento de pasar desapercibido ante los sentimientos
cuando en realidad mueren por dentro sin que nadie lo sepa.
3. Aquellos que deciden aparentar lo que no son.
Deciden hacer creer a los demás que el dolor les ha cambiado, que a partir de
ahora son otra persona a la que lo único que le importa, es ella misma. Miedo a
que sepan cómo eres disfrazado de maldad, pues al fin y al cabo, únicamente se
engañan ellos mismos, no a los demás, pues
quienes realmente los conocen saben que jamás podrían llegar a ser como las
personas que un día les hicieron daño.
En mi caso, ¿qué ha sido de mí? ¿cuál ha sido mi decisión? ¿cómo reaccioné
cuando tal amarga elección me alcanzó? La verdad, siendo sincero, en algún
momento pasé por las tres anteriores, pero lo cierto es que soy un claro
ejemplo de la cuarta salida, una última reacción de doble filo:
4. Desconfianza; selección cuidadosa sobre quién debe
decorar las paredes de mi vida. Abrir la puerta de mi corazón hoy requiere ocho
cerrojos cuyas llaves están escondidas, cuando antes bastaba con llamar para
entrar.
Sí, hoy es muy difícil entrar a formar parte de mi vida, y eso es culpa de aquellos que un día estuvieron en un lugar que más tarde abandonarían. Quizá deba pedir perdón a futuras personas por pagar un peaje extremadamente caro para recorrer la autopista de mi confianza, pero es un daño colateral que me es imposible ignorar.
Sí, hoy es muy difícil entrar a formar parte de mi vida, y eso es culpa de aquellos que un día estuvieron en un lugar que más tarde abandonarían. Quizá deba pedir perdón a futuras personas por pagar un peaje extremadamente caro para recorrer la autopista de mi confianza, pero es un daño colateral que me es imposible ignorar.
Los retales de mi pasado que tengo frente a mí en
forma de fotografías tienen nombres, rostros, apellidos e instantes
inolvidables… y eso incluye el amargo final por el que las recuerdo. Aquellos
años siguen vivos en viejas ventanas que invocan instantes imposibles de
olvidar. Una reminiscencia de tu yo más joven que te mira a la cara,
recordándote lo que un día fuisteis, pero también lo que nunca volveréis a ser.
No es ningún secreto que echo de menos muchas cosas
de tiempos lejanos. Echo de menos muchas risas, mucha complicidad. Guardo en silencio
las tardes en las que me sentía como un hermano pequeño al que cuidaban cuando
hacía falta. No me asusta reconocer mi pasado, pero no pienso mezclarlo con mi
futuro. El hecho de que recuerde con cariño de donde vengo no impedirá que centre mi completa atención en lo que tengo hoy, pues a pesar de que un día fui feliz, lo que me mantiene con vida es saber que hoy en día lo soy muchísimo más.
Puede que yo también haya sido alguien que ocupó un
lugar importante en el corazón de alguien, claro. Puede que yo también obrase
mal y que dejara un hueco vacío, y fruto de ello esos afectados tuvieran que elegir
uno de los cuatro caminos, pero lo siento, no puedo pedir perdón a la mayoría
de ellos, pues el que yo obrase mal no justifica lo que otros hicieron
conmigo.
Si alguno de vosotros, retales de mi pasado, leéis estas líneas, no olvidéis lo que estoy a punto de decir:
Gracias.
Gracias por aquellos días en los que formasteis
parte de mi vida. Gracias por, a pesar de todo, poder mirar estas fotos y
sentir algo parecido a la felicidad de aquel entonces. Gracias por quererme
aunque fuese con fecha de caducidad. Gracias por vuestro
apoyo e intentos mutuos de hacernos felices. Gracias por moldear mi propio yo
para saber qué quiero a mi lado, y qué no.
Gracias a todos, por ponérselo difícil al próximo que venga para que así, esa nueva persona, si realmente le interesa formar parte de mí, lo demuestre de verdad antes de otorgarle mi confianza.
Gracias a todos, por ponérselo difícil al próximo que venga para que así, esa nueva persona, si realmente le interesa formar parte de mí, lo demuestre de verdad antes de otorgarle mi confianza.
Gracias a vosotros aprendí mucho, cumplisteis vuestro
cometido con eficiencia: Me enseñasteis a valorar, a saber lo que quiero y lo
que no quiero llegar a ser o tener junto a mí. Hoy comprendo que significasteis
mucho en mi pasado, pero ese es vuestro lugar; el adiós. No sois más que un recuerdo encerrado en una foto que me dice; ``ten
cuidado la próxima vez´´.
No renuncio a lo que soy; el resultado de seguir vivo tras tantas luchas, pero tener en cuenta de donde vengo no implica llevaros conmigo hacia donde voy.
A todos vosotros, amistades perdidas por el camino,
personas un día indispensables hoy desaparecidas. Aquellos junto a los que
algún día mereció la pena estar a su lado, y a los caídos en acto de amistad:
-Vii Broken Crown-
``Hice inventario de lo que perdí, eché las cuentas de lo que invertí. Años de lucha, noches sin dormir...´´ -Mägo de Oz, El rincón de los Sentidos-
Tan sólo decir... De nada.
ResponderEliminarEspero que la vida no nos guarde muchas mas lecciones como esta y que los buenos pesen en la memoria sobre los malos aunque perdonar sea imposible y volver atrás también.
El fantasma de las navidades pasadas se ha acordado de Vii esta noche y al parecer, Vii le tenia preparada esta sorpresa.
Gracias a ti por el tiempo a mi lado y por ayudarme a ser una persona mas cuidadosa.
Eres un buen recuerdo a pesar de todo.
Pocas personas han acabado en mi memoria unidas al rencor. Acostumbro a quedarme con lo bueno de los días pasados, pero sin olvidar qué ocurrió. Supongo que en su día también aportaste algo a mi historia, por lo que te lo agradezco.
EliminarSeas quien seas, me alegro de ser un buen recuerdo tuyo
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