Ha pasado un año desde aquel día en que me marché del lugar
donde nací para ver mundo más allá de los límites que conocía.
Desde ese día, he vivido muchas cosas que hasta hoy, siguen
aumentando. Desde la primera noche en la soledad de los kilómetros, hasta los
calurosos días de verano, pasando por las frías y silenciosas madrugadas de
Diciembre, comencé a escribir la continuación de mi historia.
Al parecer he llegado al final del camino. Ha pasado todo
tan deprisa, que me parece ayer cuando estaba subiendo a un tren camino de una
nueva vida. Aquella tarde junto a familiares y amigos que me daban la despedida
está más lejos de lo que aparenta. Mirar atrás siempre es como uno de esos
retrovisores que tienen los coches, que te avisan de que todo se ve más cerca
de lo que en realidad se encuentra.365 días en los que he sido un total desconocido a ojos de
cualquiera. He conocido a personas, lugares e incluso nuevos sentimientos, pero
sobretodo, traigo de vuelta una única cosa dividida en millones más pequeñas;
experiencias.
Recuerdo que por estas fechas, el año pasado, decidí
abandonarlo todo. Borrón y cuenta nueva en casi todos los aspectos. Mi
propósito era convertirme en alguien nuevo, olvidar todo lo que no dejaba
cicatrizar mis heridas y permitir que esa nueva ciudad me transformara. Una vez
allí, supe a lo que debía enfrentarme, sintiendo la soledad más absoluta de
aquellos que te conocen. Teniendo que abrazar el silencio de la noche, sabiendo
que no cuentas con quien siempre estuvo en la habitación de al lado, o incluso,
no ver durante meses la cara de alguien a quien veías todos los días. En
definitiva, permanecer solo,
enfrentándome a mí mismo.
Puede que mi propósito fuera el de ser alguien distinto, pero
entonces, ¿por qué tengo la necesidad de seguir cambiando?.
Creo que no lo he conseguido. Aún sigo buscando ese nuevo
``yo´´. Tal vez por eso aún me siento incompleto, como si mi misión no hubiese
acabado. Necesito saber de qué se trata. ¿Dónde está la parte de mí que me
falta?.
Fruto de mis dudas, una noche mientras dormía, soñé con un
lugar oculto bajo la línea de la consciencia. Fue de esos sueños que sabes que
lo son, pero en los que puedes controlar tus propias acciones.
Recuerdo que se trataba de una gigantesca cueva.
Estalactitas y estalagmitas decoraban el oscuro lugar. Me encontraba sobre una
plataforma de piedra y frente a mí, unas escaleras sin final. A ambos lados, el
vacío más absoluto, por lo que avancé por aquellos escalones. Pronto me di
cuenta, que una nueva plataforma esperaba mi llegada, y en mitad de ella, un
objeto:
Primera planta: Las decisiones.
Sin duda recuerdo esta moneda, aún la guardo en mi
habitación. Me la dio un espectro al que nunca volví a ver, dándome uno de los
mejores consejos que jamás aprendí:
Lanzar una moneda al aire para saber cuál es la decisión que
quieres tomar, no porque siempre salga una de las dos caras, sino porque
durante la moneda está en el aire, sabes exactamente qué cara quieres que
salga.
Ese es el legado de los Susurros del Crepúsculo.
Al recoger la moneda, vi que tras ella se ocultaban más
escaleras, y así continuó siendo con cada piso al que ascendía a partir de
entonces...
Segunda planta: Las responsabilidades
Al subir al segundo piso de aquella cueva, encontré una
carta. Una carta que yo mismo escribí. Fue entonces cuando recordé lo que
aprendí en aquel entonces. Descubrí que una carta es una responsabilidad enorme
para la persona que la recibe, pues tiene entre sus manos un pedazo del alma de
la otra persona. ¿Será correspondido?, quién sabe, lo importante es tener mucho
cuidado con su interior, pues estás tocando su corazón a través de letras de
puro amor.
Por ello descubrí, que no se puede eliminar el contenido de
una carta, ni siquiera quemándola, pues su contenido vive en ti desde la
primera vez que la leíste. Una parte de otra persona se quedó a vivir dentro de
ti, un pedazo de un Alma de papel.
Tercera planta: Los sueños.
Ante mí al subir un piso más, encuentro una foto. Un
paréntesis en mi vida en el que fui inmensamente feliz. El día en el que pasé
de ser otro más sin voz en mitad de una multitud en un concierto, a llegar a
brindar con mis héroes, mis tejedores de sueños, las personas que ponen banda
sonora a mi vida; Mägo de Oz.
Aprendí que si he conseguido brindar con ellos, todo tiene
una mínima posibilidad de ocurrir, tan solo hay que vivir un sueño, dejando a
la vida dormir.
La verdadera fuerza de un auténtico fan, se encuentra en El
espíritu de las voces invisibles.
Cuarta planta: El autodescubrimiento.
Al subir los escalones una vez más, me encuentro a mí mismo,
tumbado en el suelo. Creo que representa el día que me definí a mí mismo como
nunca lo había hecho, dejando al descubierto mi lado más desapercibido al que
nadie apenas tiene en cuenta cuando algo dentro de mí se preguntó ``¿Quién
eres?´´. El día 21 de Diciembre, el ``fin del mundo´´ como por entonces decían
comprendí, que todo sería mucho mejor sin una fecha que nos obligase a decir
todo aquello que mantuvimos en secreto, aprendiendo que no existe un fin del
mundo, sino algo muy distinto e importante:
El mundo de cada uno termina cuando no le queda nada por lo
que vivir.
Quinta planta: La certeza
En ella, recojo del suelo un reloj roto. Se quebró el día en
que todo terminó, mi mundo durante dos años se acabó, teniendo que aceptar sin
más remedio, que lo difícil no es saber que algo acabó, sino que no se volverá
a repetir.
Y es que si lo nuestro terminó, fue porque iba camino de
convertirse en algo perfecto, algo que no puede existir.
Aquel objeto encarceló ese instante bajo sus manecillas,
pero tuve que aceptar, que Se rompió el reloj.
Sexta planta: La nostalgia.
Aquí encontré un lugar especial donde siempre quise volver.
Aún podía sentir la esencia de aquel día, a pesar de volver allí un año
después. Jamás llegaré a entender del todo la nostalgia, te hace sentir alegre,
pero a la vez triste. Aprendí que el recuerdo de una persona puede quedar
anclado a un lugar para siempre, y cada vez que lo veas, acordarte de ella.
Pero lo importante es que al volver allí, descubrí que si un
recuerdo te hace reír o llorar, significa que fue importante. Eso es lo que
realmente cuenta.
Supongo que todos guardamos en nuestro interior un arma
llamada Recuerdos lejanos.
Séptima planta: El recuerdo.
En ella, una mariposa aletea sus alas hacia las rocas del
techo. Sin poder evitarlo, el recuerdo de mi abuela inunda mi mente. Aquella
carta que le escribí un 31 de Enero guardaba en sus palabras una despedida que
no tuve tiempo de dedicarle. Sé de sobra que recibió su correo, y estoy
realmente orgulloso de haber escribido lo que considero la mejor muestra de
amor en toda mi vida.
Ella abandonó la realidad para convertirse en eternidad,
pero jamás dejó de darme sus únicos e inigualables Besos de mariposa.
Octava planta: La liberación
La figura de un traje del pasado yace firme ante mí. Sus
colores blanco y azul, dejar caer el aroma a libertad por la que luché. Bajo
esa capucha he sido conocido desde las costas más pequeñas hasta grandes
capitales... y algún día, volveré a portarlo.
Al fin y al cabo, mi deber sigue siendo combatir a la
realidad En el nombre de la libertad.
Novena planta: Las decisiones
Aquí puedo ver a una persona junto a su soledad. Dejó
marchar aquello que más quería porque no se sentía suficiente para ella,
dándole la oportunidad de encontrar alguien mejor. Una cruel tortura que nos puede hacer perder
la cabeza, es decidir por alguien, mirar por su futuro, un futuro en el que
nosotros no estamos, por tal de que sea feliz en nuestra ausencia, sin
importarnos nuestros propios sentimientos por verla sonreír.
Difícil decisión, ¿verdad?.
Décima planta: El vacío
Al subir ya diez pisos de aquella misteriosa cueva, llegué a
cruzarme con un libro cuya carátula era de color blanco y negro. En su portada
podía reflejarse cualquier persona que hubiese perdido la esperanza a base de
golpes y fracasos. Es triste ver como todo lo que te propones sale mal, sin
excepción, día tras día, mientras te dicen que en algún momento tu suerte
cambiará... pero nunca lo hizo.
Aquellos que ven la vida tal y como es, aprenden lo que es
la desolación Leyendo a la realidad.
Decimoprimera planta: El equilibrio.
Este piso fue muy especial. En él podía contemplar cuatro
estatuas ya muy conocidas por mi subconsciente. Recuerdo el día en que tuve que
enfrentarme a mis demonios para poner fin a una guerra interior que se libraba
demasiado tiempo sin ganador. Cada una de estas estatuas me enseñó algo... algo
que jamás olvidaré, y es que la llave de nuestro propio destino, podemos ser
nosotros mismos.
Quién sabe, puede que algún día comparta la verdadera
historia con quien esté dispuesto a conocer a las legendarias Estatuas en la
Oscuridad.
Decimosegunda planta: La realidad.
Una huella en la nieve captó mi atención esta vez. No
necesitaba ver más para recordar la historia de un joven lobo que sucumbió al
peor de sus enemigos; el amor.
¿Todo es posible en esta vida?, ni por asomo. Es duro de
aceptar, pero es así, siempre existen límites, si lo niegas es que aún no los
has encontrado, pero están ahí. Límites como un amor imposible...
Aquella noche, El lobo aprendió lo que nadie antes le
enseñó.
Decimotercera planta: La historia
En el suelo, una fecha importante para mí. Borrada y
olvidada pero que nunca se irá del todo. Cualquier recuerdo de tal magnitud
nunca puede ser eliminado, ni debe hacerse. Yo tuve la suerte de vivir una
historia junto a ella, de risas, llantos, buenos y malos momentos, en
definitiva, una historia real, de verdad.
Pero como cualquier libro, tuvo un final... aunque más tarde
descubrí, que aunque llegó el día en que dejamos de caminar juntos, lo cierto
es que continuamos avanzando por el mismo camino.
Triste pero cierto, como la vida misma, me enseñó una gran
verdad; La eternidad no dura para siempre.
Decimocuarta planta: La falsedad.
Aquí, descubrí en el suelo una pequeña lata en la que se
podía leer ``corazón envasado´´. Tal y como lo tienen algunas personas, se
compraron uno prefabricado para ser capaces de sentir, a precio de no tener
sentimientos reales, tan solo artificiales y con ellos, consecuencias. Siento
pena por aquellos que no conocen lo que realmente se siente al querer a
alguien, y que no les importa nada más que lo que pueda pasar durante una
noche.
¿Y tú?, ¿tienes un corazón auténtico?, ¿o naciste sin él,
teniendo que ir a comprar uno de tantos Corazones al vacío?.
Decimoquinta planta: El agradecimiento.
Encontré en esta planta un pequeño poema que le dediqué a
esa persona que siempre está pendiente de todos nosotros; mi madre.
Esa persona que nunca te fallará por muy enfadada que esté
contigo una mañana, pues por la tarde lo habrá olvidado todo. Quería dedicarle
unas palabras, algo que no llega ni al mínimo de lo que se merece.
Hace muchos años recibí el mayor regalo del mundo, Un regalo
llamado Madre.
Decimosexta planta: El tributo.
Nada más llegar a una nueva planta, contemplé como esta vez
el suelo era de cristal. Hubo un día en que conocí la historia de un chico
demasiado joven como para marcharse. Le quedaban demasiadas cosas por vivir,
pero la vida, además de merecer ser vivida, es cruel con quien no lo merece.
Este chico, finalmente, aprendió el significado de ``vivir´´: Vivir es aprender
a sentir.
Espero que algún día podamos conocernos Al otro lado del
Cristal.
Decimoséptima planta: La sorpresa.
Sobre una mesa, una tarta de cumpleaños y en ella, 21 años
que debía soplar. Este día, amigos de toda la vida, o incluso quienes solo me
conocían de unos meses, se encargaron de que jamás olvidase esas 24 horas.
Debo decir que lo consiguieron.
Me queda mucho por aprender, pero hasta ahora, llevo 21 años
aprendiendo a vivir.
Decimoctava planta: La reflexión.
Entre las rocosas paredes de la planta número 18, un hueco
dejaba ver la luz de la Luna desde el exterior, iluminando mi presencia. Esto
me llevó meses atrás, cuando en mitad del silencio, comprendí que mi dama de la
noche es esa luz que prevalece en la más absoluta oscuridad, que me ilumina y
me dice qué camino debo seguir.
Mi hogar es bajo el amparo de las sombras, escuchando los
Ecos de la Luna.
Decimonovena planta: La traición.
Es cierto que uno no puede fiarse ni de sus mejores amigos.
Por culpa de mi confianza, fui traicionado, mis amigos de toda la vida hicieron
una brecha en mi memoria que jamás se cerrará. No quiero darle más importancia,
pues ya dije todo lo que tenía que decir, pero sí que aprendí algo: Solo un
verdadero amigo puede atacarte donde más te duele.
Lástima de quien tenga que sufrir una Amistosa puñalada...
Vigésima planta: La perspectiva.
Es curioso como algo puede cambiar su significado con tan
solo mirarlo desde otro ángulo, como esos dibujos que son dos animales a la vez
dependiendo desde dónde los mires. Puede que una persona sea realmente algo más
en tu corazón y tu cabeza no quiera aceptarlo, o todo lo contrario. Por eso
creo, que para ver, hay que cerrar los ojos. Aprender a no mirar con los ojos,
sino a ver con el corazón. Aquello que en tus noches te saca una sonrisa mientras
recuerdas, eso es lo que vale la pena, esa es la única verdad.
Hay que aprender a mirar Más allá de lo que ves.
Vigésimo primera planta: La aceptación.
Inevitablemente, en esta vida existen cosas que no pueden
ser, o deben dejar de serlo. Desde un
amor imposible hasta uno que está destinado a terminar. Por ello aprendí a
dejar de esperar, a ser consciente de que hay cosas que no vuelven, pues llega
un momento, en que te das cuenta que lo único que has hecho hasta ahora, es
esperar algo que nadie te prometió que volvería.
Aprendí que incluso La esperanza se cansa de esperar.
Vigésimo segunda planta: El regreso.
Llegados a la última planta, se haya mi último
descubrimiento. Y es que no es otro que si alguien debe estar en tu vida, pase
lo que pase, volverá. Por suerte recuperé a alguien muy importante que ahora
abrazaré con fuerza para no dejarla marchar, pues esa sensación de sentir algo
que no puedes explicar permanece ahí.
No hay nada más brillante que El color de la amistad.
Finalmente, tras recorrer un camino ya existente, desperté,
consciente de todo lo que había vivido este año, cargando con la culpa de no
haber logrado mis objetivos, pero con la certeza de que durante mi viaje,
descubrí algo mucho más importante de lo que tenía en mente conseguir: ser una
persona más sabia.
La oscura tempestad que ha asolado mis pensamientos a lo
largo de este periplo llega a su fin. Las gotas de despedidas, fracasos,
engaños y soledad hoy dejan de caer en el tejado de mi existencia.
Termino igual que vine, cambiando el rumbo de mi vida hacia
otro lugar. ¿Cuál será mi sitio?, ¿cuál es el sitio de todos y cada uno de
nosotros?, la auténtica vida está en buscar una y otra vez, equivocarnos,
asumir y aprender.
Esta noche, cierro el círculo. Las moradas nubes de mis madrugadas han dejado caer una lluvia de oscuridad durante largo tiempo; ya es hora de que cese la tormenta.
Esta noche, cierro el círculo. Las moradas nubes de mis madrugadas han dejado caer una lluvia de oscuridad durante largo tiempo; ya es hora de que cese la tormenta.
Tengo conmigo objetos, lugares y frases que desprenden su
aroma a recuerdos en cada instante de mi vida, tantos tesoros invisibles, que
nadie conocerá del todo jamás. Esta ha sido mi historia, una de tantas que apenas
se conocerán.
Mis ojos desprenden penas en tinta y papel, han sido capaces de equivocarse y aprender.
Mis lágrimas ya no
están mojadas, ahora solo tengo, una lluvia de sombras olvidadas.
-Vii Broken Crown-
``Si la melancolía es tu condena, líbrate de cadenas y ponte a vivir´´. -Mägo de Oz, Sigue la luz-
Aún así... hay algo más que decir antes de marchar...
Sigue aprendiendo,equivocandote y si hace falta repitiendo hasta la saciedad tus pasos.Siempre hacia delante.Será señal que aún sigues con nosotros y no tras el cristal.Quiero que sepas que te sigo,me recuerdas tanto a mi hijo...Y enhorabuena a tu madre por traer tan buena persona a este mundo.Un beso.(Pilar Orellana)
ResponderEliminarSiempre es un placer que sigas leyendo lo que escribo, a ver si puedo escaparme dentro de poco unos días y pasarme y conocernos en persona, me gustaría mucho darte las gracias. Un abrazo.
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