domingo, 6 de mayo de 2012

Lo único infinito, es el horizonte

Increíble, maravilloso, sublime... siempre me encantaron estas vistas. Te hacen sentirte el amo del mundo, y a la vez tan pequeño como una diminuta piedra en mitad de la nada. Aún no entiendo por qué me gusta subir a las alturas para observar las vistas, al fin y al cabo, tengo un vértigo importante. En fin, comencemos.
Aquí estoy, en la cima de mi mundo, el techo de mi ciudad, con las calles a mis pies. Nadie se percata de mi presencia aquí arriba, pero yo puedo verles a todos sin ni siquiera girar la cabeza. Como ya es costumbre, saco la libreta a la que ahora mismo me estoy dirigiendo, y empiezo a contarle todo lo que pienso.

A mi izquierda, puedo ver la ciudad al completo, a los pies de la montaña que me sostiene cerca del cielo. Calles repletas de edificios inertes a los que llaman hogar. Piel de asfalto que cubre la belleza de lo que una vez fue naturaleza. Apilados en bloques de cemento de varios pisos, como si de un cementerio se tratase, la única diferencia es, que los ocupantes aquí aún se mueven.

Pero muchos viven ya muertos en una realidad de la que no pueden escapar.

Miles de vidas, desconocidas entre sí. Muchas de ellas deberían conocerse, otras ni siquiera llegar a mirarse a la cara.

Uniendo dos personalidades, encerradas en cuerpos humanos, podrían llegar a ser una gran amistad, o el mayor enemigo. Un nuevo familiar, o un futuro farsante. Incluso, podrían encontrar un gran amor, o por el contrario, una persona a la que dé gusto odiar. Quien sabe, ni siquiera ellos entienden su propia existencia.

Por un segundo, hago un inciso en mi reflexión, y presto atención a mi alrededor:
A mi derecha, la nada; un vacío sin principio ni final, un desierto azul, contenedor de lágrimas, pesadillas y sueños, hundidos en el más profundo de los olvidos que se extiende hasta por encima de nuestras cabezas.

Los días pasan y todo sigue igual. Subo aquí arriba de nuevo, y encuentro la misma casa, la misma ciudad, la misma gente, y el mismo vacío a mi derecha. ¿Realmente sigue todo exactamente igual, día tras día?, por supuesto que no...

Si solo vives de tus ojos, es evidente que careces de alma. Tu sentido de la vista solo te muestra lo visible, la fachada de la realidad. Hay que saber mirar más allá de lo obvio, quizás no todo el mundo tenga ese don... que demonios, por supuesto que no todos tienen esa capacidad, lo han demostrado miles de veces.

El hecho de que unos ojos no lloren, no significa que no se sientan tristes, al igual que una sonrisa, no tiene por qué expresar felicidad. Si eres de esos seres  incapaces de comprender esto, no pierdas ni un segundo más atendiendo mis palabras; hazte un favor y deja de leer.

En fin, lo que quiero decir, es que aunque todo parezca igual, día tras día, no es así. Esta ciudad cambia a cada momento, a pesar de que el exterior sea el mismo. Una casa puede tener la misma apariencia, pero estar habitada por nuevos inquilinos, entonces, eso significa que ya no es exactamente igual que en el pasado, ¿cierto?, ya existe una diferencia inapreciable a simple vista.

A eso me refiero.

Ahora, aplica esta idea a todo lo que conoces, a ti, a tu alrededor y a quien te acompaña, se puede resumir en una simple frase que nadie quiere reconocer:

Nada dura para siempre.

Y si, es cierta, aunque no quieras admitirlo, nada dura eternamente. Las verdades más duras, nadie quiere aceptarlas, pues es más cómodo vivir en lo que nosotros creemos, nuestro mundo ideal lleno de sonrisas, alegría y amor.

Nunca aceptaremos la muerte de alguien cercano, por ejemplo. Ten en el valor de engañarte a ti mismo, y afirmar que lo primero que se te viene a la cabeza no es otra cosa sino que ``no es posible, no puede ser cierto´´.

Nunca aceptaremos que, en el mismo instante en que dos amigos se pelean, afirman no volver a dirigirse la palabra, cuando en realidad, día tras día, dicho enfado lo vamos viendo con otros ojos, menos importante y comenzamos a recordar a esa persona a la que ignoramos, a pesar de que la hemos querido como a nadie.

Nunca aceptaremos, que no dejamos de morir a cada segundo que pasa. Nuestro cuerpo tiene fecha de caducidad, que cada segundo te acerca más a la hora de tu final. Siempre será más cómodo evitar esos pensamientos para sentirnos libres de la certeza, ¿no?.

Y, por supuesto, nunca aceptaremos, que un amor no dura para siempre. Volvemos al principio, no quieres reconocerlo, pero es así. La gente suele aferrarse al pensamiento de que ha encontrado un supuesto amor para toda la vida. Se apoyan en la idea de que el sentimiento entre ellos dos, es especial, diferente a todos los demás, y que a pesar de todo lo que ocurra, jamás se separarán, porque su amor es distinto, superior, mejor que los demás.

El problema viene, cuando te paras a pensarlo detenidamente. Todos piensan igual, ¿ellos son mejores que el resto?, ¿se quieren más que ningún otro?. El error más común, es creerse diferente.

Se dan casos en los que dos personas, llegan a la vejez unidas, pero no con el amor que una vez tuvieron, pues se ha convertido en un sentimiento distinto, un compañero de la vida.

Es más acertado afirmar, que nada dura EXACTAMENTE IGUAL para siempre.

Y al igual que la ciudad que tengo ante mis ojos, los edificios parecen los mismos, pero las personas que los habitan han cambiado. Somos hogares habitados por personas llamadas amor, a riesgo de que puedan mudar en cualquier momento.

Por eso, de lo que puedes estar seguro, de lo que puedes confiar en esta vida, es tan solo en el horizonte, pues será el único que jamás cambie ni lo más mínimo. Porque será el punto de inflexión entre cielo y mar, sueños y realidad, hasta el fin de los días.


-Vii Broken Crown-

``Memento homo qui a pulvis, es et pulverem reverteris´´. -Mägo de Oz, Gaia III Atlantia-.






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