sábado, 1 de diciembre de 2007

El rey de los bosques...

Recuerdo que...

Siendo yo tan pequeño que ni siquiera sé cómo puedo llegar a recordarlo, uno de los primeros fragmentos de fantasía con los que me encontraría en mi vida hizo su aparición.

En una época en la que yo tendría... ¿2, 3 años quizá?, no lo recuerdo bien, pero fueron unas vacaciones con mis padres en Cazorla. Vagos recuerdos son los que puedo salvar de aquella época, como ríos helados en los que disfrutaba metiendo las manos, empapándome los guantes mientras mi madre venía detrás corriendo para echarme la bronca, o de un tobogán gigantesco rodeado por hojas de otoño que atravesaba una gran colina cubierta por árboles. Pero sin duda, hay algo que recuerdo como si hubiera sido ayer mismo:

Durante una oscura noche, en la que la Luna era incapaz de teñir con sus rayos el camino bajo el espeso bosque, viajaba yo en el asiento trasero de mi coche, sujeto a una de esas sillas especiales para niños pequeños, y dando cabezadas mientras mis padres conducían en busca de cruzarse con algún animal nocturno al que fotografiar.

La carretera era estrecha y oscura, tan solo iluminada por los faros delanteros. A ambos lados de ella, decenas de árboles. Cuál fue mi sorpresa, cuando el coche frenó en seco despertándome aún cuando estaba a punto de caer por el sueño. Adormilado, miré hacia delante. Mis padres guardaban silencio, apagaron el motor, dejando las luces encendidas. Ante nosotros, un majestuoso ciervo nos cortaba el paso.

Con su imponente corona natural, más alto que nuestro propio vehículo, observador y orgulloso frente a nosotros quienes lo único que podíamos hacer, era esperar a que nos dejase pasar.

Como ya digo, la mente de un niño tan joven puede ser difusa, pero sí recuerdo una enorme silueta de un animal que hasta entonces yo desconocía, iluminada por la luz del coche y terriblemente enorme ante mis ojos. Yo no lo recuerdo, pero mis padres dicen que tras él comenzaron a pasar ciervos más pequeños, casi como si el gran padre vigilase que sus crías cruzaban la carretera sin peligro.

Es por eso que me gusta pensar que, quizás, ese fue el primer momento de mi vida en que viví mi primer sueño, pues al borde de caer dormido, ocurrió aquello mezclando sueño y realidad.

Lejos de las películas de dibujos animados que veía todos los días, aquella noche, de madrugada, conseguí ver en persona un ser de fantasía:

El rey de los bosques, la naturaleza encarnada, me dio las buenas noches aquel día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario