miércoles, 11 de abril de 2007

Y al igual que nuestros ancestros...

Recuerdo que...

Hace tan solo unos días comenzaba una aventura que hoy es imposible de olvidar. Nacida de una tarde improvisada, esta idea surgió de imprevisto, confirmando que los mejores planes son los que no se planifican; surgen espontáneos.

El pasado sábado, a las 5 de la mañana, comenzaba un largo día lleno de futuros recuerdos que hoy puedo volver a revivir en los archivos de mi corazón. Desperté junto a la mejor compañía posible, y después de un ``buenos días´´, comenzamos a vestirnos.
Pero aquel no era un día más, y por tanto, no utilizaríamos nuestra ropa habitual. Aquel día, seríamos assassins.

A las 6 de la mañana, vestidos con tales épicas vestimentas por las calles de mi ciudad camino de la estación para subir al tren, la sonrisa era imposible que desapareciera de nuestra cara. Se me ocurren pocas madrugadas más originales. Nuestro destino era Alicante para pasar un día diferente junto a los nuestros. El salón del manga para algunos, el salón del friki para otros, pero para nosotros eventos como aquel son la oportunidad de sumergirnos por unas horas en la personalidad de esos míticos personajes que habitan en los mundos que siempre quisimos visitar.

Allí estábamos, Sergio, Jose, Ana, Francis, Esme y yo, muertos de risa por las miradas que nos dedicaba todo aquel que se cruzaba con nosotros, y molestando con nuestra risa a aquellos que cogen un tren a las 6 de la mañana para dedicarse a pensar.

El camino hasta el salón fue, cuanto menos, curioso. Nos cruzamos con una singular fauna de personajes a los que no les hacía falta un traje. Señores encargados de la taquilla en las estaciones que no sabían cómo hacer un descuento a grupos correctamente, trols de las mazmorras salidos de los baños que te acompañan para no sentirse solos, y señoras a las que les da miedo sentarse junto a dos personas armadas hasta los dientes en el autobús.

Francis y Esme, en el tren camino de aventuras


Una vez en el recinto, comenzó lo que habíamos ido a buscar. Los nervios, la ilusión, y el disfrutar de la compañía. A Esme y a mí pronto nos acosó una lluvia de fotos por parte de decenas de personas que hacían cola y suplicaban una nueva foto antes de marcharnos. Literalmente fue así, la propia gente a espera de que les prestásemos atención era consciente de que estábamos saturados y casi les daba vergüenza decirnos; ¿una más, por favor?


Esme, Vii, Francis, Ana y Jose descansando después de toda una mañana sin respiro


Esme y Sergio, foto familiar entre primos


Un día perfecto a mis ojos. Esos amigos... esa familia que se ha ido forjando con el paso del tiempo unidos en gustos y personalidades solo pueden dar como resultado un día digno de recordar por muchos años, y dar por hecho que no será el último que vivamos, puesto que fue, sin duda, el primero de muchos días llenos de felicidad venideros.

Y a pesar de que ya estuve en el mismo lugar dos años atrás, quién me iba a decir a mí que mi traje de assassin lo iba a disfrutar mucho más que el día de su estreno. Aquel pasado sábado descubrí que Connor Kenway, el traje que hice hace más de dos años, fue fabricado no para mí, sino para que algún día, ella pudiese acompañarme, sumergiéndome en una felicidad que yo era incapaz de imaginar.


Vii y Esme, la familia Kenway unida


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