Recuerdo que...
En uno de esos días en los que aún estaba estudiando la E.S.O. en mi instituto, encontré una sorpresa al volver de clase.
Era un 5 de abril, al mediodía, regresaba a casa acompañado de un amigo como todos los días, lo que no sabía, inconsciente de mí, era que a las puertas de casa me esperaba algo que no entraba dentro de mi rutina diaria.
Subiendo calle arriba, a lo lejos, alcanzaba a ver a alguien junto a mi puerta. Poco a poco pude confirmar que se trataba de mis padres. El simple hecho de que ambos estuviesen esperándome en la puerta ya era sospechoso, pero sobre todo, lo que más llamó mi atención fue que no me quitaban ojo de encima mientras mi madre sujetaba una cámara de vídeo grabando.
No entendía nada. Lo único que podía hacer era preguntarme qué hacían ahí, y por qué me estaban grabando. No me respondieron directamente. No hacían más que mirarse entre ellos y echarse a reír. Pero entre aquel cachondeo pude escuchar un; ``no se ha enterado´´.
Aquello ya me despertó un poco de mi, ya de por sí, naturaleza despistada. Mi padre, señalando con la mirada hacia su derecha, me invitó a echar un vistazo al filo de la acera. Y es que allí, sobre la baldosa junto al bordillo, aparcada junto a un árbol, había una moto.
Una moto piaggio zip, blanca, roja y negra, perfecta, esperándome para estrenar mi recién adquirido carné de conducir. No pude hacer otra cosa que echarme las manos a la cabeza y subirme en ella como si fuese a estrenarla sin tener ni siquiera las llaves. Estaba eufórico, no podía creer aquello. Aquella motillo, mi ``Zipa´´, me acompañó a todas partes en los años venideros. Cuántas historias puede contar ese asiento, esas abolladuras y rayones. No soy capaz de recordar todas y cada una de ellas. Lo cierto es que aún hoy la sigo utilizando de vez en cuando, sigue en plena forma, pero a mí, siempre me transporta al instante de aquel día del detalle de mis padres, y de los recuerdos que guarda en su cuentakilómetros hasta hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario